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lunes, 9 de mayo de 2016

Hipertensiòn arterial en ancianos






HIPERTENSIÓN ARTERIAL EN EL ANCIANOS 
La hipertensión arterial(HAS), se puede definir como la elevación sostenida de las cifras de presión arterial por arriba de 140 para la sistólica y de 90 para la diastólica,1 que ocasiona daño a órganos blanco (corazón, cerebro, y riñón).  Los factores de riesgo más importantes para la HAS son la edad superior a 60 años, diabetes mellitus, ingestión de sal, tabaquismo y en menor grado la obesidad, y el sedentarismo.
2 Desde el punto de vista epidemiológico, incide en el 60% de los mayores de 60 años, se calcula que en México existen más de 10 millones de sujetos con hipertensión arterial,3 con incremento anual del 30%.4 En nuestro medio se reporta en un 32%5 con incremento en la morbilidad y mortalidad. 
La HAS se clasifica en etapa 1, 140-159/90-99 mm Hg; etapa 2, 160-179/100-109 mm Hg; etapa 3 >180/>110 mmHg; hipertensión sistólica aislada (HSA), cuando la presión sistólica es >140 y la presión diastólica es < de 90 mmHg. Se mencionan otras definiciones como las señaladas en la Norma Oficial Mexicana: presión arterial óptima <120/80 mm HG, presión arterial normal 120- 128/80-84 mm Hg,6 y presión arterial normal alta 130139/85-89 mmHg, hipertensión primaria, e hipertensión secundaria.2 Urgencia hipertensiva y muy raramente la crisis hipertensiva. Los síntomas más frecuentemente observados en los ancianos son, cefalea, mareos, disnea, taquicardia de esfuerzo, edema, síncope posprandial o postural,2,6,7 fatiga, hemiplejia, angor pectoris o sus variantes. Desde el punto de vista de laboratorio no hay un examen especifico para la hipertensión arterial. Realizar biometría, perfil bioquímico y lípido, electrolitos y examen de orina con urocultivo. 
El electrocardiograma para identificar hipertrofia ventricular, datos de isquemia o infarto, arritmias, y el estudio de telerradiografía posteroanterior y lateral derecha de tórax.2 Los criterios diagnósticos se basan fundamentalmente en determinar las cifras de presión arterial, y que sean sostenidas, valorando el efecto "bata blanca", y descartar la pseudohipertensión.1,3,6 Las complicaciones son: enfermedad vascular cerebral, insuficiencia cardiaca, cardiopatía isquémica, descontrol de la diabetes, insuficiencia renal. En la actualidad existe un mayor riesgo de desarrollar enfermedad de Alzheimer secundaria a demencia vascular en los pacientes adultos mayores que entre la población general.9 Los lineamientos terapéuticos se relacionan al tipo de hipertensión, y las dosis de los medicamentos estarán acordes a las cifras tensionales y a la edad del paciente. 
Se deben disminuir las cifras de presión arterial en forma lenta y gradual, para evitar complicaciones, como enfermedad vascular cerebral o infarto del miocardio por disminución brusca de la presión arterial.
 Generalmente y como medicamentos de primera elección utilizamos IECA como el captorpil a dosis de 6.25 a 75 mg al día, enalapril 5 a 10 mg, ramipril 2.5 a 5 mg como segunda elección bloqueadores de canales de calcio, nifedipina, felodipina o amlodipina, y  como indicación farmacológica de tercera línea, empleamos los betabloqueadores como el metoprolol en dosis de 25 a 100 mg/día. El uso de diuréticos tiazídicos, se reserva como medicamentos de primera línea para la HSA, en especial clortalidona de 12.5 a 25 mg cada 48 hrs. 
La urgencia hipertensiva debe ser manejada con precaución en el paciente anciano, ya que una disminución brusca y rápida de la presión arterial podría ocasionar apoplejía o infarto del miocardio, muchas veces obedece este cuadro a abandono terapéutico, o forma parte de otro estado morboso como la enfermedad vascular cerebral o una reacción de ansiedad. Las medidas de rehabilitación que pueden ser aplicadas son generalmente encaminadas a evitar mayor deterioro de la funcionalidad del adulto mayor como terapia ocupacional, educación del enfermo y de su familia para tener un mejor apego terapéutico, así como el tratamiento psicológico estará encaminado a tratar de mejorar la calidad de vida del enfermo, educarlo y obtener un mejor apego a las indicaciones del tratamiento. 
Las medidas dietéticas aplicables tienen una influencia pobre en el tratamiento de la HAS del anciano, ya que en estos casos es necesario modificar los hábitos y gustos del enfermo, situación que muchas veces ocasiona mayor conflicto que beneficio, pero se debe insistir en disminución del aporte de sodio y tratar de disminuir discretamente el peso corporal del enfermo. No olvidar el tratamiento de otros procesos morbosos coexistentes como la diabetes mellitus y la infección urinaria.  

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